CHAVEZ Y SANGUINETTI, UN GIGANTE Y UN MICROBIO, LA MUERTE Y EL CINISMO.
de Miguel Liard
La primera victoria de Hugo Chávez después de su muerte es haber derrotado en todo el mundo a los grandes medios de comunicación. En un fenómeno que en las redes sociales se manifestó inundando el ciber espacio con la reproducción de su nombre y las manifestaciones del amor, admiración y respeto que cientos de miles de personas adjuntaban a su dolor, vimos también que en los grandes medios de comunicación se reprodujo ese copamiento de la figura de este prohombre latinoamericano. Las grandes cadenas internacionales no podían desconocer y esconderle al mundo lo que lo que estaba, y está sucediendo, en Venezuela y en toda Latinoamérica. Por segunda vez en los 15 años de existencia de “CNN en español” pudimos ver sin interrupciones -y por más de 40 horas- la cobertura extraordinaria de un suceso, el primero fue el 11 de Septiembre de 2001, lo que pauta el grado de conmoción que la muerte de este gran Presidente y líder latinoamericano produjo en el mundo. Y si expresé que Chávez derrotó a los medios de comunicación, fue por comprobar que si en la actual trasmisión la CNN pecó de falta de objetividad, o ecuanimidad y equilibrio, no dudo en decir que se debió a que inclinaron la balanza a favor –y merecidamente- de la imagen de Chávez. Si bien cuando recurrieron a comentaristas lo hicieron alternando equilibradamente a “chavistas” y “antichavistas”, los espacios mayores los dedicaron a reproducir las extensas entrevistas que los periodistas de CNN le hicieron al Presidente venezolano donde, obviamente (y lo digo con un poquito de ironía) jamás íbamos a escuchar a Chávez hablar mal de si mismo. Debo destacar a Patricia Janiot y Aristegui que le efectuaron entrevistas (Patricia Janiot le hizo 5 durante su Presidencia) con preguntas nunca mal intencionadas ni capciosas, y que permitieron a Hugo Chávez mostrase tal cual es y diciendo todo lo que tenía que decir. Y no hubo cortes de las partes donde se despachó a gusto con Obama y el imperio, lo que hizo con altura y argumentos contundentes.
Dediqué estos primeros párrafos a la trasmisión de CNN español (ojo, su gemela CNN in english no se le parece en nada) porque en ella tuve, y aún tengo, la mejor y más continua cobertura de lo que esta sucediendo en Venezuela.
Pero en la tarde de ayer -y para no estar ajeno a lo que por aquí está pasando- hice una recorrida por los informativos de nuestros canales. Era obvio que no podían sustraerse a mostrar las impresionantes manifestaciones de dolor en Caracas, en toda Venezuela y el resto de Latinoamérica. Pero lo que mostraban a continuación y en muchos casos dedicándole espacios mayores (conociendo los medios de nuestro querido Uruguay también era obvio que así fuera), me acalambró el intelecto. Cuando aparecieron uno tras otro los integrantes de esa terna que sin duda algún día estarán nominados para el Oscar al Cinismo, Sanguinetti, Lacalle y Batlle, y escuché sus comentarios sobre Hugo Chávez, quedé petrificado.
Debo hacer una salvedad. De los tres mencionados el que tenía una razón personal –no política ni de otra índole- para sentir un poquito de encono contra Chávez fue precisamente quien se expresó de él con mayor altura. Me refiero a Jorge Batlle. Ese “poquito de encono” que podría haber tenido (y comprobé que no lo tiene) guarda relación con una broma que Hugo Chávez le hizo en una reunión de Presidentes en Brasilia. No es el momento para relatar ese chistoso episodio del cual me enteré por quien estuvo presente en ese momento, un íntimo amigo de Chávez, el Comandante Emiro Brito Valerio, con quien compartí, aquí en Montevideo, varias tardes de interesantes charlas.
Las declaraciones de Lacalle fueron lamentables y ni siquiera vale la pena comentarlas.
Sobre lo dicho por Sanguinetti expresaré lo mismo, aunque variando el final porque, lo dicho por este “señor” merece que haga un pequeño comentario.
En primer lugar, si hubiera sido inteligente -que no lo es, como él lo cree y ya lo demostré en varias notas- se hubiera callado la boca.
Si hubiera guardado silencio ante la muerte de Hugo Chávez muchos podrían pensar que lo hacía por respeto (aunque este “señor” nunca respetó a nadie) y yo no podría demostrar que lo hacía por conveniencia. Pero habló, y ahora sí, por tan flagrante estupidez, yo puedo demostrar lo conveniente que hubiera sido que se silenciara.
Para ello voy a recordar un episodio que involucra a Sanguinetti y uno de sus cómplices durante la dictadura y luego su Ministro de Defensa Nacional desde 1987 hasta 1990, el Tte. General Hugo Medina.
En mi afán de imparcialidad, copiaré de Wikipedia (infalible auxiliar de mi memoria) estos dos párrafos.
“En su carácter de Comandante del Ejército, Medina desempeñó un rol fundamental en la crisis que se produjo a fines de 1986 a raíz de las citaciones judiciales a militares acusados de graves violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Medina declaró que las citaciones estaban en una caja fuerte en su despacho y no iban a salir de allí, amenazando veladamente con un desacato y una insubordinación de hecho, lo que creó un estado de crisis institucional que culminó con la sanción de la Ley de Caducidad, en diciembre de aquel año”.
Más adelante:
“En una entrevista con César Di Candia en 1991, Medina se convirtió en el primer militar uruguayo que admitió haber participado en torturas durante el régimen militar. Di Candia le preguntó: ´¿Dio órdenes de torturar?´. ´ Sí, contestó Medina sin sobresaltarse ´.”
El Tte. General Medina falleció el 22 de mayo de 1998, y ahora, ya sin recurrir a Wikipedia sino solamente a mi buena memoria, recordaré las palabras de Sanguinetti el día de su sepelio: “aquí estamos para homenajear a quien fue en vida UN ADALID DE LA DEMOCRACIA”. Dejo los comentarios a cargo de los lectores.
Voy a finalizar.
Si en el colmo de las falacias y del cinismo, y por el personal y espurio interés de no ofender a sus cómplices militares de la dictadura, Sanguinetti tuvo el tupé de decir que Medina había sido “un adalid de la democracia” cuando el propio Medina en su pública confesión había demostrado que ese calificativo estaba en las antípodas de sus merecimientos, lo que le escuché decir sobre Hugo Chávez y el irrespeto que éste había hecho a las libertades (por un momento creí que hablaba de si mismo) quedó totalmente invalidado. Hace años que Sanguinetti perdió toda credibilidad, pero al contrastar episodios como los relatados, está demostrando que además, está perdiendo la cordura y/o acumulando para sí, más cinismo. Porque si se animó a decir ante la tumba de un torturador que había sido un “adalid de la democracia” por la simple y única razón de que fuera su amigo y cómplice, mejor hubiera sido que guardara silencio al descalificar gratuitamente a quien consideraba su enemigo por no pertenecer al grupo de presidentes corruptos y mafiosos como él. Una vez más, queda demostrada la malicia de un individuo que no quiere asumir su condición de cadáver político en estado de putrefacción, y que pretende seguir en la palestra pública haciendo esta clase de absurdas e ilógicas manifestaciones que solo dejan en evidencia, además de su cinismo, un avanzado grado de demencia senil.
Y obviamente que en estos días la animadversión de Sanguinetti hacia Chávez tiene que haber aumentado considerablemente. Millones de venezolanos desfilando ante su féretro, las manifestaciones de dolor en toda latinoamérica y en gran parte del mundo, la presencia de 60 delegaciones oficiales y de 32 mandatarios en su funeral, le están demostrando a Sanguinetti que hay Presidentes que por su sensibilidad y el accionar político siempre orientado en pro del bien público, pueden concitar para sí el amor, la admiración y el respeto, que nuestro ex presidente, un SER DESPRECIABLE, jamás logrará.
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